viernes, 27 de noviembre de 2009

El Tesoro de la Piedra de la Paragua

Vagando por la escarpada costa que corre hacia el norte de Tocopilla, cortada generalmente a pique y con profundas quebradas por donde penetra el mar alborotadamente, puede hallarse una roca que tiene la forma de un hongo pétreo y que es conocida como La Piedra de la Paragua.
Curiosa y legendaria roca. Todo lo que dice relación a ella es extravagante y contradictorio, pero ha tenido la virtud de encender la imaginación y el espíritu supersticioso de las gentes. Una vieja leyenda cuenta que ahí, en ese mismo lugar, o bien en sus alrededores, hay un tesoro escondido, y que, para descubrirlo, es necesario que asome la luna llena sobre el cerro de la Mina, y, luego, contar cien pasos hacia el sur, desde la punta de la sombra que proyecta la Piedra de la Paragua. Es allí donde debe hacerse la excavación... Pero los accidentes del terreno lo impiden: existen otras rocas y quebradas que interrumpen la sombra y obstaculizan la ruta señalada. Más aún, un río seco zanja el terreno con enormes grietas y cualquier cosa que haya sido enterrada allí, bien puede haber sido arrastrada por las aguas de los no muy escasos aluviones que caen desde las serranías de la costa.
Estos contratiempos no bastan, sin embargo, para ahuyentar la superstición. Por el contrario, se diría que, ante el toque de la realidad, ella cobra nuevo brío. Así, viejos "Gentilares" o Cementerios indígenas, que abundan por esos lados, están poblados de espíritus celosos guardadores del tesoro escondido, y en las noches de plenilunio, las sigilosas siluetas de los caciques difuntos desfilan, en muda ronda, y luego se sientan, en asambleas, bajo la sombra de la Paragua. Los caminantes que furtivamente pasan por allí, a medianoche, pueden, ver, tras de las peñas, a tan celosos centinelas y las tres columnas de humo denso que suben al firmamento hasta las Tres Marías...
Continúa la Leyenda afirmando que uno que intentó acercarse a la Paragua, para ver de dónde salía el humo, quedó tullido en ese mismo lugar y tuvo que cubrir sus ojos con las manos, para no quedar ciego. Luego, sintió la loca carrera de los indios de pies desnudos, que se iban perdiendo en dirección al mar...
La leyenda va adentrándose cada dia más en el espíritu de las gentes y ello es causa de detalles personalísimos. Lo prueba Matías, pescador centenario, que parece tener su propia versión de la leyenda. Para encontrar el tesoro escondido en la Piedra de la Paragua es menester que se cumplan los trescientos años que son necesarios para que Dios libre a las almas de los que enterraron tesoros mal habidos. "Y por todo lo que se dice desde mi niñez, esos trescientos años ya están por cumplirse... Y lo que fué enterrado por manos pecadoras ha de ser rescatado por manos inocentes, limpias de robo, de vino y de mujer"...
Esta es la leyenda del Tesoro de la Piedra de la Paragua. Han pasado muchos años y nadie lo ha encontrado... El mar sigue azotando la costa y los años avanzando en su carrera de eternidad, pero la Piedra de la Paragua no entrega su secreto. (L.M.Y. 1957)

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