martes, 24 de noviembre de 2009

Un Exponente del trabajo

Cincuenta y cuatro años de trabajo en la Empresa Salitrera, Principió como palanquero, ascendió luego a conductor, siguiendo a mayordomo de patio y llegando, por último, a bodeguero, en el que labora desde el año 1914. A pesar de sus 74 años de edad, Pablo Pérez no tiene intenciones de dejar sus labores, y dia a dia se le ve en su puesto, cumpliendo con su deber.
Llegamos hasta su oficina dispuestos a buscar alguna buena información para nuestros lectores, ya que este hombre tranquilo y modesto dejaba entrever algo que era como una lección para aquellos que gustan de una jubilación, cuando apenas entran en los cincuenta años de edad.
Don Pablo nos recibe sonriente y nos pregunta el objeto de tan inesperada visita.
Ya ven ustedes -nos dice- aquí se pasa bien, gracias a la generosidad de mis patrones, que me dan toda clase de facilidades para llegar a mi trabajo, y no dejo de estar aquí; tal vez ha de ser la fuerza de la costumbre.
¿Tiene algo que decirnos de su trabajo para el ferrocarril?
-Que he vivido para trabajar y he trabajado para vivir- nos contesta, con esa lógica muy propia de nuestro pueblo.
Continúa:
-Me casé jóven, y mi primera mujer, porque he sido casado dos veces, me dejó con 6 hijos, 5 hombres y una mujer. De mi segundo matrimonio no tengo hijos. Mi familia es de Tocopilla; yo nací aquí, junto al mar; fuimos 12 hermanos, 11 hombres y una mujer. Mi hijo Juan Eliseo ha heredado de su abuelo la fecundidad, pues es padre de 11 hijos, todos ellos vivos.
Todos mis hijos están casados y esto me ha convertido en abuelo y bisabuelo; tengo 26 nietos y 8 bisnietos.
Don Pablo nos sigue hablando de su vida, de sus recuerdos, de la tranquilidad con que siempre ha trabajado, sin molestias de ninguna especie y, por último, nos dice:
-Nunca he tenido problemas; he desempeñado mi trabajo dentro de la mayor corrección y por eso nunca he tenido castigos ni llamados de atención. Esto me llena de orgullo y de satisfacción.
Ahora estoy viejo; podría desempeñarme mucho mejor; desgraciadamente, he tenido una vejez enfermiza; medio sordo, paso acatarrado y enfermo del estómago. De todos modos, deseo seguir trabajando mientras mis fuerzas me den aliento.
Al despedirnos de don Pablo lo hacemos con todo respeto. Su vida consagrada al trabajo lo ha hecho felíz en su hogar. Y no podía ser menos, con 6 hijos, 26 nietos y 8 bisnietos. (1949)