sábado, 21 de agosto de 2010

En 1957 Se Recibio de Medico Cirujano el señor Roberto Hafon Loo

Con fecha 5 del mes en curso rindió satisfactoriamente su exámen de grado para el título de médico cirujano el tocopillano señor Roberto Hafon Loo, quien realizó sus estudios primarios en la Escuela Superior de Hombres, N°1 de esta ciudad y parte de sus humanidades en el Liceo de Tocopilla.
Sus estudios secundarios los terminó en el Liceo de Hombres de Antofagasta y en 1950 rindió bachillerato. Sus estudios los prosiguió en la Facultad de Biología y Ciencias Médicas de la Universidad de Chile.
Realizó su Tesis de prueba en el Instituto de Radium de Santiago, en la especialidad de Cancerología, y su memoria la intituló "Sarcomas de los tejidos blandos, contribución al estudio de su diagnóstico clínico y terapéutico".
Es hijo del antiguo comerciante de la localidad señor Roberto Hafon Yon y de la señora Lorenza Loo de Hafon, quienes han sido muy felicitados por sus numerosas relaciones por los resultados obtenidos por su hijo en sus estudios profesionales. (1957)

El Puerto de Gatico en 1920

Viajando por el hermoso camino carretero que une a Tocopilla a unos cincuenta kilómetros de recorrido, se encuentra el otro famoso puerto mineral de Gatico, surgido en la época boliviana, sin fecha oficial de fundación, y que tuvo sus dias de prosperidad y grandeza al amparo de la poderosa Compañía de cobres y Minas, que llegó a ser prácticamente la propietaria de todo el emplazamiento, mientras cientos de mineros arañaban las entrañas de sus cerros.
Gatico fué un enclave de importancia que fue tomando estatura desde el siglo pasado, como consecuencia de la visión y empuje del pionero español, José María Artola.
La grandeza de este puerto fué simbolizada en 1914, año en que Thomas Peddar, uno de los más activos gerentes que estuvieron a cargo de la empresa, construyó el fabuloso "chalet" de la Administración que se mantiene, enhiesta, a pesar del abandono en que se encontró durante varios años, y del deterioro que ha venido sufriendo por irresponsables, empeñados en destruir los valiosos monumentos del hombre levantados en titánica lucha contra el desierto. Este edificio, semejante a un hermoso castillo, resume dignamente el pasado lleno de colorido del puerto de Gatico y lo proyectan desde la distancia como un símbolo de esplendor que no debe morir.
En su época, el puerto contaba con alumbrado eléctrico, cuyos generadores, pertenecientes a la Compañía, entregaban corriente a bajo costo para las calles de la población y domicilios particulares. El pueblo de Gatico había venido creciendo apresuradamente desde principios de siglo, al mismo tiempo que el antiguo puerto de Cobija estaba en agonía y su decreto de muerte fue el traslado hacia la nueva sede comunal de su Municipalidad, escuela, comercio y otras actividades.
El movimiento del puerto era regularmente activo con la presencia de vapores de la Compañia Sud Americana que hacían su servicio de cabotaje cada 15 dias, pero a veces demoraban sólo un poco más de una semana en regresar a su rada. Los barcos nacionales de itinerario eran, entre otros, el Cachapoal, el Mapocho y el Maipo. También llegaban barcos de carga de otras banderas a embarcar el cobre de sus fundiciones y de sus ricas minas, entre las cuales la "Toldo" fué la más importante.
Los vapores que venían del sur recogían anclas a las 10 de la mañana en Antofagasta, para fondear en Gatico a las 8:30 del dia siguiente, después de veinte horas y media de navegación.
Desde los barcos, el puerto causaba una pobre impresión, salvo el chalet, ya que el resto de la edificación en general, era baja y se confundía con el gris terroso de los cerros, aunque ya ese ego habían empezado a aparecer algunas casas pintadas de blanco con carburo.
Embarcaciones menores mantenían las comunicaciones y embarques con Tocopilla, Antofagasta y los puertos carboneros del sur. El más característico era el paquebote "Gatico" que a veces llevaba a remolque algunas lanchas maulinas con las que volvía cargado de carbón, maderas y mercancías para abastecer las necesidades del puerto. Este pequeño transporte era una embarcación vieja y en mal estado, que también transportaba correspondencia y pasajeros demorando cinco horas entre Tocopilla y Gatico, pero con mar gruesa no se atrevía a navegar.
Las fundiciones de Gatico estaban comunicadas con el muelle de la compañía a través de un ferrocarril para el transporte de carga y materiales. Estos establecimientos industriales, con sus altas chimeneas, constituían uno de los aspectos más característicos del puerto. Desde la "Toldo" ubicada en una quebrada a tres kilómetros del emplazamiento, bajaba un andarivel por cuyos cables eran transportados los minerales en carros metálicos hasta la fundición, que contaba con hornos de reverbero y de soplete. Como se ha dicho, el establecimiento estaba comunicado con el muelle y en el ferrocarril se enviaba cobre fundido, ejes, minerales en bruto y se traían materiales y mercaderias que llegaban por vía marítima.
En octubre de 1917 la Compañía había trasladado a Valparaíso a Thomas Peddar, administrador que construyó el chalet de la empresa y había nombrado en su reemplazo a Soza Bruna, que se desempeñaba como administrador de Huanillos, adquiriendo también las propiedades que constituían el activo de la Phoenix Mining Company de Tocopilla, entre las cuales figuraba un muelle y las oficinas que poseía en nuestro puerto.
La Avenida Artola tenía una vereda pavimentada que servía de acceso público y un kiosco levantado frente al Correo donde se realizaban los actos cívicos y las concentraciones políticas. Esta arteria tan importante en esos años se confunde ahora con la huella caminera de Tocopilla a Antofagasta.
La Botica tenía un amplio surtido de medicinas, específicos perfumes. Ahí podían adquirirse, entre otros productos, alimentos para niños y enfermos, fosfatina, allembury, fospharina, oxígeno medicinal, comprimidos de sigmarol, aspirinas Bayer, comprimidos de oxycianuro de Guillaumín, comprimidos de agarace contra la estitiqués, pastillas de Tom y Valda para la tos, urodonal, reurosine Prunier, hemoneurol, sal de Calabard, jarabes Ner Vita, el famoso Sergol para engordar, pupilol para la vista, píldoras de Witt's, etc.
Vivían en calle 21 de mayo Juan Gardaix Rojas, que habitaba en el N°30 y el comerciante Juan Araya Diaz en el N°40. Otras personas domiciliadas en esta misma calle eran los empleados Fernando Aguirre, Armando Encalada, Manuel Guajardo Monárdez y Atilio Castro Arriagada, los mecánicos Pedro Morales y José Aguilar; los panaderos Lorenzo Francis Balbontín Tapia; los lancheros Alberto Ojeda Marín, Moisés López, Alberto Zepeda; el minero Miguel González Peña; carpintero Juan Poblete Núñez y el barretero Carlos Caldera Escobedo.
Después, siguiendo hacia el norte, entre las calles de la Municipalidad y de Huanillos (que se llamó 6 de Agosto) en la explanada junto al mar continuaba el complejo industrial de construcciones de la compañía entre las que destacaban los hornos de soplete, cuyas altas chimeneas indicaban la importancia que tenían las fundiciones. Existían también canchas de minerales, bodegas, garita, línea de ferrocarril, cañerías, etc. En la primera manzana, subiendo de la costa hacia el cerro y mirando hacia la Avenida Artola se encontraban el Cuartel de la Policía a cargo de Carlos Honorato y los elevados estanques del agua cuyas bases de madera todavía se encuentran en pie. (Resumen: Historia de Tocopilla)