lunes, 28 de septiembre de 2009

Las Carretas en Tocopilla...

A Paso lento, pero seguro se vivia 80 años atrás, "Al pasito se anda lejos", es un adagio que aún está en boca de aquellos antiguos vecinos que crecieron observando los progresos que experimentaba Tocopilla al compás del tiempo cada vez más apresurado y vehemente.
Ellos vieron como las tropas de mulas primero, luego las carretas tranquilinas y lentas cruzaron nuestros caminos que no tenían de tales sino el nombre, ya que más se trataba de senderos que de otra cosa; y hasta Tocopilla tuvo hace unos cuarenta años atrás su linea de "Carros Urbanos", tirados gallardamente por por mulas que transportaban pintorescos pasajeros desde los comienzos de la calle 21 de Mayo, por allá en la esquina de Freire, hasta aquel balneario que se llamó el Castillo de Guzmán, ubicado donde actualmente se levantan los estanques de petróleo de la Chile Exploration Co.
Y la movilización se hacía entonces nada más que a lomo de mula o en carretas, y recién allá por 1914 la característica tranquilidad tocopillana se vio turbada por el rugir de unos enormes carros motorizados que dejaban tras de si una espesa humareda de color violento y sofocante. Eran los primeros camiones que, procedentes de Chuquicamata, que se hallaba en plena construcción. Llegaban hasta Tocopilla, donde a su vez se levantaba la gigantesca planta eléctrica que habría de proporcionar la energía vital para uno de los minerales de cobre más grande del mundo.
De Paris a Cobija: Al decir que entonces toda la movilización se hacía en esa forma lenta, tambien involucramos lo relacionado con el correo. La correspondencia se movilizaba entonces casi la mayor parte por vía marítima, principalmente por medio de aquellos airosos veleros que surcaban los mares y que en cada puerto formaban un bosque de mástiles.
Ochenta años atrás, Cobija era uno de los puertos principales de esta parte de América, pues constituía el punto de enlace con La Paz y otras ciudades importantes de Bolivia.
Un amigo nuestro, quizás por arte de que magia, obtuvo una carta que llegó desde París a Cobija, dirigida a los hermanos Artola y que por su antiguedad, bien podria considerarse como una verdadera pieza de museo. En efecto está fechada en la Ciudad Luz el 15 de Abril de 1868, y según el sello de Correos de la Oficina Postal de Saint Lazare, salió ese mismo dia con destino a Londres, donde llegó al dia siguiente, 16 de Abril. Luego de las operaciones de despacho en la capital del Támesis, emprendió viaje hacia Panamá, donde fué recibida el 9 de Mayo. Total 48 dias de viaje.
Al relacionar estos detalles, confirmados en forma fidedigna por los sellos postales que aún se conservan nítidamente, queremos destacar nuevamente el hecho de que nadie vivia en forma apresurada.
El remitente de esta antiquísima carta era un señor V. Marcó del Pont, residente en el No.35 de la Rue de Saint Georges, París, cuyo membrete está estampado sobre-relieves en una finísima hoja de papel de hilo.
Hemos visto muchas veces como antiguos vecinos miran indiferentemente el paso veloz de un moderno automóvil o camión a 70 o más Km/hora cruzar las rutas actuales, mientras que sus ojos se agrandan evocativamente al pasar una vieja y destartalada carreta tirada por un par de famélicas mulas o pacientes burritos. Es que, talvez, recuerdan aquellos años ya lejanos cuando todos los caminos de Chile no conocian sino el paso tardo, pero seguro, de las piaras, mulares que tiraban las carretas cargadas de mercancias y materiales. Y a propósito de materiales, también hemos escuchado admirados comentarios de ingenieros y técnicos que elogian la eficiencia de aquellos antecesores suyos que lograron transportar hasta los más escarpados picachos de nuestras montañas, enormes piezas de maquinarias que dieron vida a innumerables centros mineros, sin otros medios de movilización que el lomo de las mulas y burros y los músculos acerados de recios obreros chilenos y bolivianos que se internaban en las entrañas de los cerros buscando el codiciado mineral de cobre, oro o plata.
Así a paso lento, pero seguro, se vivia ochenta años atrás. Nadie se apresuraba para nada y hasta la vida misma parece que se prolongaba más apacible y amable que ahora. Nadie ignora que nuestros abuelos vivieron hasta casi los 100 años de edad, y que a los setenta u ochenta, aún se conservaban sanos y vigorosos.
Y ahora , aquellos viejos vecinos que son parte de la Historia de Tocopilla, se sienten satisfechos de haber vivido asi, seguros de que ... "Al pasito se anda lejos..." (1948)

Detalle de la foto: "Esta fue una de las carretas -Según informaciones fidedignas que nos fueron proporcionadas- que hacían el servicio de transporte entre Chuquicamata y Tocopilla, cuando el vecino mineral estaba en plena construcción y lo propio ocurría con la planta eléctrica que se levanta imponente en la parte sur-oeste de nuestra ciudad. Poco después de 1914, esta movilización de materiales y mercaderías se hizo por medio de camiones.
Puede observarse que cada carreta era tirada por seis mulas y que en la misma se llevaba pasto y agua para el viaje que duraba varios dias. La foto fué tomada en la esquina de calle Prat con Baquedano, donde, según puede verse nítidamente existía la tienda La Paloma, y donde actualmente está instalada la bodega Lautaro."

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