La firma Longhi había terminado su contrato correspondiente hasta el kilómetro 52, cercano al lugar denominado
"Urco Chico", y la otra firma
Navarro y Cía., avanzaba desde la
Desembocadura del Rio Loa, para unirse al sector ya entregado.
Los dirigentes del Comando tenían un solo pensamiento: que Tocopilla fuera la primera en unir por el
Camino Costero a los dos esforzados y postergados puertos.
Dos veces consecutivas se había tratado de pasar al otro lado de
"Urco Chico", tratando de abrir camino a través de una variante; pero, después de arduos trabajos solo se habían cosechado fracasos.
Todo se hacía en silencio, pues el pueblo nada sabía de las aspiraciones de ser los primeros en la inauguración. Los dirigentes y algunos colaboradores seguían empecinados en conseguir su objetivo de entregar tal triunfo a Tocopilla: ser los primeros en pasar por el
Camino Costero hasta
Iquique.
Al amanecer del
14 de junio último, tres vehículos,
un taxi modelo 69,
una Citroneta y
una Camioneta Ford A, empezaron a moverse lentamente, rumbo al
Camino Costero. Cada viajero se dirigía en silencio, sus ruegos al Altísimo para que el viaje resultara todo un éxito. Muchos recuerdos invadían a los integrantes de la caravana.
Se aproximaba la profunda quebrada que había sido una
muralla infranqueable en otras ocasiones. Todos contenían el aliento. De pronto, la alegría estalló, con fuerza incontenible. ¡La profunda quebrada habia sido rellenada totalmente! ¡El primer gran obstáculo había sido vencido!.
En varios sectores las máquinas aún estaban trabajando, por lo que se debió efectuar algunos rodeos para seguir adelante.
El camino se hacía interminable y la impaciencia invadía a los viajeros, pues el rio todavía no aparecía. Sin embargo,
los vehículos seguían avanzando.
¡Por fin el
Rio Loa! todos gritaron de alegría, inmediatamente se iniciaron los preparativos para cruzar el tan ansiado curso de agua. Mientras los demás se preguntaban por donde pasar, el
"Loco Muñoz" lo cruzó desesperadamente como un celaje, en su
Citroneta, justamente por la parte más honda. El paso de la
Citroneta fué algo impresionante, parecía una lancha al cortar el agua, pues dejaba una impresionante estela espumosa.
Al pasar,
"El Loco Muñoz" gritó: "¡Los jodí...!".
Luego los vehículos fueron pasando uno tras otro. Lágrimas de emoción se deslizaron por las mejillas de los integrantes de la
histórica caravana, que representaba a todo un pueblo.
Después del emocionante y significativo cruce del rio, dieron rienda suelta a su alegría,
Stoyan Vucina,
Pedro Galleguillos,
Nello Barnao,
Armando Muñoz,
Alfredo Castillo,
Juan Sepúlveda,
Pablo Allende,
Vicente Lara,
Carlos Rivera,
Carlos Pérez,
Edgardo,
Rubén y
Antonio Segura y
Juan Sepúlveda (Junior). Los comentarios se entrecruzaban, atropelladamente. Se recordó a dirigentes que por motivos particulares o de trabajo no habían podido integrar la partida, como
Jacobo Jackson, Rubén Araneda, Carlos Begliomini y
Jaime Larraín. Pero en todos los presentes existía la idea de que ellos, por lo menos espiritualmente,
también estaban pasando el rio.
Otros nombres también se recordaron en forma especial:
Pedro Varela, Director de
Vialidad;
Fernando Bull y
Sergio Torres, jefes de
Vialidad de la provincia y
Pablo Illanes, jefe provincial de
Vialidad de Tarapacá.
Después vinieron las
fotografías, la colocación del
Pabellón Patrio, etc.
Vucina,
Galleguillos,
Lara,
Sepúlveda y otros casi se bebieron el caudal del rio. "¡Este es el agua de la vida!", gritó
Vucina, para añadir: "¿Qué mejor agua puede haber?" Deberían venderla en frasquitos, porque hoy he rejuvenecido unos 30 años!".
Después de una pequeña colación, se continuó rumbo a
Iquique.
En todos los vehículos flameaba el
emblema patrio y las conversaciones y la alegría eran generales. Vucina se quedó dormido. Despertó cuando ya los vehículos recorrían el ancho asfalto. No pudo contener la exclamación: "¡Caramba, esto es maravilloso, si todo el camino está pavimentado!".
Cuando faltaban unos dos kilómetros para llegar a
Iquique nos recibieron y nos dieron la bienvenida el
Alcalde Jorge Soria, el
regidor Antonio Ruz y los dirigentes del Comando de Defensa de Iquique, señores
Pérez, Rossi y Navarro.
Desde ese punto se inició la
entrada triunfal a Iquique, todos tocábamos las bocinas de los vehículos y saludábamos al pueblo.
La Caravana habia cumplido el viejo anhelo de
unir por la costa Tocopilla e Iquique.
En la Intendencia nos recibió cordialmente el titular
Alejandro Soria, quien nos ofreció un champañazo.
Los dirigentes del Comando agradecieron la magnífica recepción y obsequiaron al Intendente
Alejandro Soria, al Alcalde
Jorge Soria, a
Ramón Pérez, del Comando de Defensa y a
Carlos Medina algunas de las
palas y picotas que utilizaron las cuadrillas de voluntarios al iniciarse la construcción del
Camino Costero.
El resto del dia
los tocopillanos lo pasaron recorriendo
sectores importantes de Iquique, hicieron una cariñosa visita a la señora
Digna Mundaca, radioaficionada que se constituyó en un importante factor para
las comunicaciones entre los dos puertos, ya que casi a diario tenía que establecer contactos con el
radioaficionado tocopillano
Miguel García, para que pudieran conversar los dirigentes de ambas ciudades.
El
15 de Junio a las 11:30 horas, el grupo emprendió
el viaje de regreso, por el Camino Costero, esta vez acompañado por
autoridades iquiqueñas.
Hermosa emoción fué para sus integrantes llegar a su querida
Tocopilla y recorrer sus calles. Todos abrigaban el legítimo orgullo de haber cumplido
una maravillosa misión: haber unido por la costa, por un nuevo camino de penetración, a dos ciudades hermanas del norte.
Los labios estaban sellados, pero en la mente de todos flotaba la convicción de que se había escrito
una página histórica
imborrable.
Ahora solo se espera que fructifique la palabra empeñada por el Presidente de la República, Señor Salvador Allende, de que será ensanchada y pavimentada la nueva ruta... (1971)